lunes, 19 de octubre de 2009

Chupala

Es la opinión personal de las personas que escribimos en este espacio (o sea, Wilson y el otro Wilson) que si bien hay mucho que objetarle al actual técnico de la selección y antiguo ícono del fútbol, responsable del mejor grito que este noble deporte conoció; era esperable y no debería sorprender a nadie que al hablar utilice un lenguaje orillero y soez.

Un jugador de fútbol daña nuestra imágen frente al mundo por decir puteadas? Es así? Y cual es "nuestra imagen"? Tengo para compartir con los lectores una experiencia personal sobre el asunto...

En el año 2005 diversos negocios me llevaron a Bogotá. Me gustó mucho Bogotá, conocí unas personas que me alegraron la visita con su amistad. Entre estas personas había un tipo de Perú, con el que recorrimos un poco los lugares de interés turístico. Este muchacho, entre tragos de aguardiente y música de Juanes, mantuvo conmigo el siguiente diálogo:

- Hey Wilson, amigo, tu sabes, nunca había conocido un argentino antes...
- Que suerte tenés hermano...
- Sabes, nosotros en Perú tenemos un cariño muy especial al General San Martin.
- Claro, loco, el Libertador... queres otro traguito?
- Si, gracias... bueno, mira, resulta que nosotros el cariño que teníamos por San Martin lo sentíamos también por el pueblo argentino en general...
- Buenísimo!! Al gran pueblo argentino, salú... otro?
- Si, dale... bueno, es que en serio teníamos mucho aprecio por los argentinos, Wilson.
- Y nosotros también peruca, ustedes nos apoyaron la guerra de Malvinas...
- Si, es cierto, por eso sentimos como una traición cuando ustedes les enviaron armas de contrabando a Ecuador...

Y que contestás a eso, patriota lector, para limpiar un poco nuestra imagen?

- No te preocupes peruca, seguro que la polvora estaba mojada...

Que el árbol no nos tape el bosque, no nos desgarremos las vestiduras; desde hace varios años que nuestra imagen deja mucho que desear por temas mucho más importantes que las palabras de un jugador de fútbol.

Wilson.

lunes, 5 de octubre de 2009

Biorsi 2.0

Los tiempos han cambiado, muchas cosas hoy no son como han sido. La modernización de nuestra ciudad nos hizo perder, entre muchas otras cosas, esos baños decadentes, mugrientos e históricos. Amigo lector, cuando te acuclilles en un WC público, agradece la suerte de poder esforzarte rodeado de anticépticos efluvios pastoriles y dale gracias a los dioses por la abundancia de papel. Recordá los tiempos en que tenías que pedirlo al dependiente frente a los parroquianos, recordá esa humillante espera mientras el tipo te hacía un rollito y vos rogabas que te ponga una vuelta más, porque ya veías que te ibas a quedar corto.

Pero no todo era malo en estos antros pestilentes donde se juntaban los peores hedores. Las puteadas escritas en las puertas de los baños servían para amenizar el mal momento mientras tratabas que tus pantalones no entren en contacto con las heces del usuario anterior. Estaba el clásico "X vive", siendo X paradójicamente un muerto; el falso (falso? alguno llamo?) número de teléfono con la leyenda "Te la chupo, 52-7380"; el comentario futbolista con las respuestas de otros usuarios; el glorioso poema escatológico con metáforas recomendando el buen uso del papel higiénico; la arenga política y el inolvidable "Puto el que lee".

Que es la puerta de un baño sino una primitiva forma de Blog? Cada uno llegaba y dejaba su post sobre cualquier tópico sexual, deportivo o político. Y el que no quería escribir, simplemente se sentaba a cagar y los leía. Ni más ni menos que ahora.

Wilson.

jueves, 1 de octubre de 2009

Dreams

Estaba en una de esas noches. La suela de mis zapatilas pedía a gritos caminar esas veredas desparejas y sin sentimientos. Una noche de frío en una época donde todo el mundo ya esperaba estar de remera. Pequeñas traiciones y engaños de un clima que no sabe de enciclopedismo, pero día a día no hace más que desautorizarlo.

La gente en la calle caminaba presurosa, con ese apuro tan característico de quién no quiere darle a la rutina motivos para que se altere. Nunca una pausa, nunca un impasse que deje espacio al quiero por sobre el debo. Afortunadamente siempre existen las minorías que desafían con rebeldía adolescente las normas de una sociedad cada vez más enajenada por fenómenos televisivos, por no decir los poderosos representantes de la mediocridad corporizada.

Por suerte siguen existiendo esos aerosoles y esas corridas de madrugadas, escapando de la ley y acortando la distancia entre la realidad y los sueños.

Seguía entonces en uno de esos momentos donde involuntariamente capté una instantánea, una imagen gráfica de lo poderoso que puede ser perseguir un sueño. Sentí que las utopías no son más que un poderoso combustible para capear el temporal, esas tijeras que cortan por lo sano los cabellos de la sociedad del medio pelo.

Mis zapatillas seguían andando. No hace falta decir que, ya a esta altura, habían tomado el control y me conducían hacia ese lugar donde lo cotidiano toma otro color, donde los sonidos se hacen más brillantes y puros...

Y fue recién ahí cuando la ví.

Caminaba hacia mi con un andar que pocas veces había visto antes. Sus ojos negros tenían una energía y una decisión que me conmomvían como nadie lo había hecho hasta entonces. Llegó hasta mi. Su presencia a escasos centrímetros de mi ser me resultaba sumamente perturbadora. Su figura eclipsaba todos mis modelos de mujer imaginados. Su voz, aterciopelada y sensual, acariciaba mis oídos. Su sonrisa de finos labios era de una vitalidad contagiosa. Me sentí por un segundo alcanzando las puertas de esa esquiva finca llamada felicidad.

Fue entonces cuando escuché la peor sentencia que jamás había imaginado oir...

"Sr, le traigo la cuenta. Estamos cerrando".

Adiós sueños, adiós ideales, adiós utopias.

Adiós también quince pesos. Cerré el libro, volví a este mundo, pagué la cuenta del bar y mandé los sueños de literatura a dormir hasta el próximo café.

Wilson W.